La colonizacion de la subjetividad
Si no queremos ser colonia de otro u Otros, es necesario el campo de la investigación.
─La investigación es una especie de semilla que a su tiempo da sus frutos.
─La colonización es como un arbol en crecimiento por aquella primera semilla plantada.
Esto mismo no solo se juega en el terreno geopolítico o de la economía, sino que se inscribe, todos los días, en el campo de lo simbólico, o sea, la subjetividad, en la multiplicidad discursos que nos habitan sin poder reconocerlos, incluso, desde antes de nacer, como por ejemplo el nombre y apellido que llevamos que otro nos asignó.
Desde los primeros cuidados, figuras como la madre, la maestra, la niñera, el profesor, el jefe, el rector, el sacerdote, el médico, el abogado, el pediodista, el comerciante, el portero, operan como vehículos del Otro —ese lugar estructurante desde donde emana la ley, el lenguaje, la norma. No se trata aquí de responsabilizar a los sujetos atrapados, sino advertir cómo ellos y ellas están sujetos o atrapados con los mismos discursos que reproducen diariamente.
Es común darse cuenta como el sujeto, con frecuencia, desconoce las causas de su sufrimiento, sin darse cuenta que ese malestar proviene de estar capturado en un lazo discursivo que le impone encarnar una forma de ser para el Otro —una forma que, en muchas ocasiones, nada tiene que ver con su deseo.
A esto lo llamo colonización subjetiva: una operación que va del Otro que educa al saber que somete. Un ejemplo clínicamente visible en los planes de educación masiva es la imposición de lenguas extranjeras —como el inglés— como condición incuestionable para la inserción social, profesional o académica. En efecto, no trato aquí de cuestionar el aprendizaje de idiomas, sino de advertir a la sociedad de cómo ciertas prácticas se aceptan pasivamente porque ya se han instaurado como norma universal bajo el disfraz de la neutralidad y el progreso.
Es evidente que esta supuesta neutralidad de los colegios es, en realidad, una forma de violencia simbólica que niega la singularidad del sujeto, se desestima su deseo, y se lo obliga a alinearse con un orden discursivo que responde a lógicas ajenas, muchas veces coloniales.
Río de la Plata, Semana Santa de 2025
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