(1) Cualquier cosa que vemos, incluso lo que oímos, es mucho más de lo que creemos, pues
nuestros sentidos nos engañan constantemente. En efecto, desde el "Quattrocento" italiano ─término que nos remite al siglo XV, esto es, el contexto del Renacimiento italiano─; ningún ser humano ha podido escapar de esta realidad de verdad.
(2) De lo anterior, surge el deseo de búsqueda incesante de algo que nos brinde certeza, al menos sobre algo del mundo, sobre lo que somos o podríamos ser; del mismo modo, sobre eso que los demás sienten o creen , e intentan comunicar, sin que los otros logren comprenderlos y viceversa. La comunicación es un ejemplo claro y concreto sobre lo complejo que es el mal entendido entre seres humanos.
(3) Estas observaciones introductorias se relacionan en el siguiente replanteo epistemológico que, como señala el Doctor Edgar Morin, constiye el germen del aparato conceptual en torno a la complejidad.
- a) ¿Por qué cuando estamos con las cosas, después nos damos cuenta de que no eran simples?
- b) ¿Cómo hay que entender la complejidad del mundo que nos toca vivir?
- c) Aunque sabemos que el mundo es complejo, ¿por qué vivimos como si fuera simple?
- d) ¿Por qué negamos la complejidad que nos toca vivir?
(3) Si estamos llamados a salir de la "minoría de edad", conviene pues formular
la pregunta que nos va a guiar -como prótesis de este caminar- sobre la complejidad. Esta capacidad interrogar nos introduce así en la lógica de lo complejo, donde lo imposible se llega a volverse posible; lo infinito deviene finito; el caos, orden; lo institucional, personal; lo enfermo, cura.
(4) El pensamiento complejo implica un replanteo científico que conduce a una nueva organización del conocimiento, tanto a nivel personal como social e institucional.
(5) ¿En qué consiste esta nueva organización? Básicamente, en
la transversalidad del método.
(6) Pongamos por caso la violencia. Esta no solo se manifiesta a nivel macro, como en los conflictos entre países vecinos, sino también a nivel micro, por ejemplo, entre vecinos de un mismo barrio o edificio, en las relaciones de trabajo o, más específicamente, en las dinámicas de poder establecidas entre empleados y empleadores, jefes y subalternos, oficiales y suboficiales, ricos y pobres.