¿Para qué sirve?
La Filosofía es un modo de indagar aquello que nos rodea: el mundo, su origen, el caos. Se pregunta si existe un orden en todo ello y, al mismo tiempo, vuelve sobre sí para examinar la naturaleza del conocimiento que produce, precisamente porque no es algo dado de manera espontánea.
Este saber no es natural, pues emerge de un deseo. Este deseo es el principio que adviene "habitus". El deseo es motor y brújula cuyo fin da sentido al cerebro. El sentido se adquiere por este ejercicio de la razón que simboliza, como las matemáticas, lo real que se presenta.
Por eso definimos a la filosofía también como disposición de un cuerpo con capacidad de simbolizar la realidad para conducirse desde el sistema nervioso, esto es, para sostenerse en la limitación humana en el mundo.
Esta disposición es un cambio de actitud que abre la pregunta. La pregunta es aquello que el cerebro no puede responder.
De ahí que la Filosofía nos conduzca a la muerte, es decir, a ese salto, cuya forma de aproximarnos a la vida es mediante la experiencia mortificante de los signos de este mundo. Vale decir, lo que nos han dicho sobre él.
Este salto implica un detenerse una suspensión de los significantes concebidos. Actitud que no todos están dispuestos a practicar, pues la concepción que tiene el sentido común es inmediata, familiar, de engaño a los sentidos.
Aquí nos preguntamos entonces: ¿quiénes no pueden hacer filosofía? Los esclavos felices, que, al temer la muerte, viven el presente sin poder resolver la angustia de su paso por la tierra. Temen perder la concepción del sentido común.
En efecto, la Filosofía es un saber sin supuestos, pues las hipótesis que tenemos en la cabeza las adquirimos desde nuestra más temprana infancia, incluso antes de nacer. Los supuestos son los nombres, marcas, huellas que provienen de nuestra historia familiar, que, como las drogas, conforman esa esponja llamada alma (psiquis, ánimo).
Para hacer filosofía necesitamos las herramientas del pensamiento, la realidad y el habla. Pues mediante el lenguaje descubrimos ese registro que se anticipa a la vida práctica concreta real. De ahí que esas marcas familiares muchas veces entorpezcan el modo de hacer filosofía, porque frenan, el deseo de saber sobre la muerte. ¿Cómo operan esa marcas? Quitándonos la Reflexión con pan y circo.
¿Qué es propiamente el saber hacer filosófico? Lo propio de esta disposición es la reflexión a partir del pensamiento y habla. La consecuencia de este camino hacia la muerte es a largo plazo, en contraposición al saber del ignorante del esclavo que es inmediata, desencantada, repetitiva, avara.
Para Martin Heidegger, Tales de Mileto (c. 624-546 a.C.), es significativo porque marca el comienzo de la filosofía como pregunta por el ser, aunque aún de manera incipiente. En su interpretación de los presocráticos, Heidegger no los considera meros "predecesores" de la filosofía posterior, sino pensadores fundamentales que establecen la pregunta original por la existencia y la realidad.
En su obra ¿Qué es filosofía?, Martín Heidegger enfatiza que la filosofía no es solo una disciplina, sino una manera de existir. Al reconocer a Tales como el primer filósofo, no lo ve solo como el primero en una lista, sino como el iniciador de un destino: el inicio de la metafísica occidental y su preocupación por la verdad del ser.
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Miguel Ángel Buonarroti — mensaje oculto en los frescos con los que decoró la Capilla Sixtina a principios del siglo XV. Ciudad del Vaticano, Roma, Italia.

Desde la perspectiva de Heidegger, Tales de Mileto no es solo el primer filósofo en términos históricos, sino el que marca el comienzo del preguntar filosófico, el paso del mito al logos y la apertura de la interrogación sobre el ser. Su legado no radica solo en la afirmación de que "todo es agua", sino en la manera en que inaugura un modo de pensar que marcará toda la filosofía occidental.
La filosofía como destino del pensamiento occidental
Río de la Plata, noviembre/2025
Lic. Gustavo Ricardo Rodríguez
Psicología UBA
Filosofía USAL
Investigador IIPC/USAL
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