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Navidades Desencantadas

Temperley, diciembre de 2006

Navidades Desencantadas

En la víspera de la Navidad del 2006, puedo apreciar cómo el sistema condiciona a toda la gente a moverse. Todos tienen que consumir, beber sidra, comer turrón, pan dulce, nueces y otras sustancias alimenticias que denotan que es tiempo de Navidad y Año Nuevo. El sistema siempre te dice cómo tenés que vivir las fiestas, qué tenés que consumir, qué es lo que hay que regalar y a qué número apostar (¡el Gordo!).

Los regalos, ¡qué problema! Siempre en Navidad hay que regalar lo que determina el sistema (condicionamiento clásico), o quizá lo han determinado los comerciantes. Tal vez, alguna vez, alguien en la figura de Papá Noel (estímulo), semejante a un padre rico, dijo: —Hay que lograr que la masa consuma para que el receptáculo, llamado conciencia o caja negra, esté mejor engañado.—

Según lo anterior, es evidente que los acontecimientos o fiestas religiosas entremezcladas en el Estado no son otra cosa que formas de control de la sociedad. La invención de la Navidad, junto con la del Año Nuevo, son estimulantes poderosos para que la gente viva engañada aproximadamente un mes (condicionamiento operante). Gracias a un programa de refuerzo —una pulsión religiosa—, la multitud es feliz, participa de la historia de salvación cuando cree que festeja el nacimiento del judío eterno o ve pasar, con las agujas del reloj, el fin de un año y el comienzo de otro.

La asociación entre “nacimiento” y “cambio de año” es un estímulo poderoso para que el “eterno retorno de lo mismo” se presente en todas partes del planeta Tierra como un condicionamiento operante. “Creación” y “comienzo de año” constituyen esquemas, formas y símbolos que se transmiten entre los miembros de la especie. Pues nadie puede estar triste, nadie debe angustiarse, todos tienen que pasarla lo mejor posible con los diversos condicionantes que ofrece el sistema.

Estímulos como Papá Noel tienen respuestas obvias: consumo masivo, música a 10.000 KW, pirotecnia (la guardia del Instituto del Quemado tiene más urgencias que el resto del año), fomento de la hipocresía (hacer las paces con los jefes porque la gerencia regaló una linda caja con sidra, turrones y una tarjeta de Navidad con melodía), y muchas otras cosas más, como el aguinaldo del gran Papá Noel que cada uno debe soportar todo el año.


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V Í S P E R A S   D E   N A V I D A D

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Frente al templo, Misa del Gallo. Todos vestidos de la mejor manera, parecían listos para ir al casino o a bailar. Todos miraban el reloj: faltaban 2 horas para las 00:00 hs del 24. ¡Urgente! Hay que ir a cenar antes de brindar. El asado, el lechón, las servilletas, el mantel, la ensalada de frutas, la bombacha rosa; inmediatamente, preparar la mesa con los turrones, las nueces, el pan dulce, la sidra para el brindis y otro mantel para la mesa. Una compulsión colectiva, un contagio muy fuerte por hacer todo antes de las 24:00 hs para luego ver qué nos trajo el Papá Noel capitalista y neoliberal. Un Padre que, según la leyenda, posee “las riquezas de las naciones”. ¿O será que el que sacó a los comerciantes del Templo de Jerusalén trajo la salvación de los pobres en la fachada de una Iglesia de tipo capitalista? (O lo que es igual: FMI, corporaciones inmobiliarias, mercado común europeo).

Falta poco para las 00:00 hs. Ya son y 55. ¡Urgente! ¡Sacá la sidra de la heladera! La mesa está lista, ya se escuchan las primeras explosiones. Las 00:00 hs, suena la sirena, todos saludamos: “Feliz Navidad”. Pensar que el año pasado estaba…, hoy ya no está, porque falleció...

Bengalas, música, brindis, las líneas de teléfonos saturadas. ¿Y luego qué? —A ver quién me llama y quién no—. —Creí que éramos buenos amigos, esperaba algún saludo de parte de…—. No cabe duda de que cada uno está en el lugar más afín: los ricos se juntan a festejar con los ricos, los pobres con los pobres. Si existe algún término medio, esto tampoco soluciona nada. Pues la ética capitalista no tolera lo distinto.

Si la leyenda dice que Jesús nació pobre, ¿por qué el sistema nos exige vivir la Natividad como hijos pródigos?

Es necesario despertarse del opio. No es igual la Navidad para quienes poseen bienes y para quienes no. En estos días de festejos podremos observar cómo mucha gente de nuestro entorno recoge del suelo lo que les sobra a los ricos después de celebrar el cumpleaños del Redentor. Ahora bien, ¿por qué no se festeja el cumpleaños del tatarabuelo que ya murió y que, además, está más cercano a la muerte de Jesús? Sí, ya sé, muchos dirán: —Porque Jesús resucitó y tu abuelo no—. Pero si todos los seres humanos están llamados a resucitar… Ah, ya sé: —Quedate tranquilo, que cuando te mueras vas a resucitar y vas a ver cómo los ricos se convierten en pobres, como lo sos vos en esta vida…—

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Gustavo Ricardo Rodríguez
Licenciado en Filosofía
Facultad de Historia y Letras - USAL
Investigador IIPC/USAL
Licenciado en Psicología - UBA
Derechos reservados - Hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

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